A lo largo de los diversos capítulos, se contrastan las hipótesis filosóficas y psicológicas tradicionales con la neurociencia actual, existiendo enorme evidencia que indica que el amor es la fuerza básica que dirige el devenir de la vida humana. Puesto que las emociones se codifican en recuerdos, es necesario analizar la problemática de la memoria, al ser el elemento homogeneizador del self, como fórmula de extraer conclusiones de la experiencia.
El escrito se inicia con una carta de agradecimiento a todas aquellas personas que han sido significativas a lo largo de mi vida, sin las cuales, la exposición no sería posible. A continuación se presenta el prólogo, a modo de elemento nuclear que incide en la compleja interrelación que se lleva a cabo en la relación interpersonal. A partir de aquí se desarrollan a fondo los 18 capítulos que constituyen el libro:
1) EN BUSCA DEL SANTO GRIAL.
2) LA ESCALERA DE LA FELICIDAD.
3) PROGRAMADOS PARA AMAR.
4) EL MAPA DEL TESORO.
5) LA PROPORCIÓN AÚREA.
6) LA MAGIA DE UNA SONRISA.
7) LOS ACORDES DEL AMOR CORTÉS.
8) EL JUEGO DE LA SEDUCCIÓN.
9) LA LEY DEL DESEO.
10) EL SOFISMA DEL ALMA.
11) EL ECO DEL SENTIMIENTO.
12) LA LLAVE DEL AMOR.
13) LA SOMBRA DEL OTRO HOMBRE.
14) A LOMOS DEL HIPOCAMPO.
15) LA SUSTITUCIÓN OBJETAL.
16) EL LABERINTO DEL MINOTAURO.
17) EL HECHIZO DE LA MUSA.
18) LOS PILARES DE LA ETERNIDAD.
EL LIBRO “EL LABERINTO DE LOS ESPEJOS”.
2) EN EL INTERIOR DE “EL LABERINTO DE LOS ESPEJOS”.
En el libro se aborda el problema nuclear de la existencia. Para ello es necesario responder las tres grandes preguntas; para qué vivir, cuál es el significado de la muerte y que función cumple el amor en el proceso. En un mundo ajetreado donde los individuos luchan por sobrevivir, es difícil adquirir conciencia de cuáles son las auténticas claves de la vida.
Máxime cuando en las últimas décadas, hemos asistido a cambios sin precedentes en el ámbito social, laboral e interpersonal. El mundo se ha transformado en un enorme teatro en el que los acontecimientos se suceden a velocidad de vértigo. Esta situación ha provocado cierto desconcierto, acentuando el sobredimensionamiento de la patología psíquica. Muchos no son plenamente conscientes de que la parte más noble de su cerebro, ha permanecido prácticamente inalterada desde la era en la que los primeros homínidos comenzaron a pisar tierra firme. En el tiempo transcurrido a lo largo de milenios, el aparato emocional apenas ha sufrido modificaciones mientras las demandas de la posmodernidad se incrementan en una inercia de complejidad creciente. Este trasfondo dificulta la comprensión de uno mismo, obstaculizando la aceptación de que carecemos del control absoluto sobre la vida psíquica.
La neurociencia actual tiene claro desde hace décadas, que estamos programados para amar. Esta emoción es la clave de la existencia, al imponer una ruta inexorable desde el origen al destino. Entre ambos actos, su influjo es determinante en la creación del reflejo interior, que no es otra cosa que aquello que pretendemos ser. A través de emociones, experiencias y deseos, se configura el sello de identidad, algo similar a lo que ciertos psicoanalistas de principios del siglo XX denominaron “ego”. Los pioneros de la interpretación del yo, comprendieron precozmente que nos construimos bajo el reflejo de la mirada de un otro. Pero a medida que nos alejamos de lo que nos dijeron que éramos, no llegamos a transformarnos por completo en aquello que anhelamos ser. Con el transcurso del tiempo, algunos afortunados consiguen apaciguar el ente inestable que palpita en el interior.
En una incesante metamorfosis, la colisión del pasado con el futuro configura un ecosistema salvaje donde gobierna la incertidumbre y el caos, bajo el constante resplandor de la fantasía y la creatividad. Esta es la encrucijada en la que fluye la existencia, cuya percepción se codifica a través de sentimientos donde el amor es el timón que gobierna el alma. En calidad de pasión irrefrenable, se conduce de forma caprichosa desafiando las leyes de la razón, lo que en ocasiones se transforma en un serio obstáculo para la propia supervivencia.
A lo largo de unas 200 páginas, “El laberinto de los espejos” se adentra en la comprensión de la génesis del psiquismo y su transformación durante el devenir vital. El cristal de la mirada del otro es la fragua donde se gesta el deseo, que posteriormente se iza para enarbolar la bandera de la seducción. En el proceso, las páginas de la propia intrahistoria se transcriben a través de un alfabeto emocional dual en el que se esculpe a golpe de cincel los recuerdos en la fábrica del hipotálamo. Ciertamente, “El laberinto de los espejos” es un artificio que emerge en la encrucijada entre la filosofía, la psicología, y la neurobiología. En éste triángulo de las bermudas del intelecto, la incipiente protociencia que denominamos neurociencia, lucha por abrirse camino en unas coordenadas donde los espejismos son la norma, siendo fácil sucumbir. Para salir ilesos, es preciso reelaborar temáticas intemporales como la felicidad, la belleza, la seducción, el deseo, el alma o las huellas del recuerdo. Todos estas herramientas, arman el sextante que orienta la navegación de la propia existencia. Porque en la apasionante aventura de vivir, el amor es la fuerza irrefrenable que sella el origen y predetermina el destino. En el trayecto, es preciso reinterpretar el trasfondo del fantasma del recuerdo, los espejismos del yo, la sombra del otro, el hechizo de la musa y la incertidumbre de la eternidad. En éste laberinto especular, sujeto y objeto se ven abocados a representarse en una danza infinita de imágenes especulares, donde lo evidente impide el acceso a las dimensiones ocultas de la condición psíquica. Con el fin de desenredar la madeja de los sentidos, profundizar en el interior es la única alternativa para alcanzar cierto bienestar duradero. Para ello, la primera premisa consiste en claudicar ante el hecho de que la percepción del alter ego está invariablemente pervertida, por la proyección de lo que el uno mismo representa en la realidad. No hay duda, que el siglo XXI será la centuria del cerebro.
