AFRONTAR EL DUELO

AFRONTAR EL DUELO


El duelo es una experiencia estresante pero común. Tarde o temprano la mayor parte de las personas tendrá que hacer frente a la muerte de algún ser querido. Sin embargo, en nuestra vida cotidiana pensamos y hablamos de la muerte muy poco, quizá porque nos enfrentamos a ella con menos frecuencia que nuestros abuelos. Para ellos, la muerte era una experiencia común en su infancia o cuando eran jóvenes. Para nosotros, estas pérdidas suelen ocurrir más tarde en la vida. Por eso, no tenemos muchas oportunidades para aprender de ellas- cómo se siente, qué es correcto hacer, lo que es normal -. Y, pese a esto, es una situación que tenemos que afrontar.

El duelo no es simplemente un sentimiento, sino un encadenamiento de sentimientos, que requieren un tiempo para ser aceptados. En las primeras horas o días después de la muerte de un una persona cercana, la mayoría de la gente se siente aturdida, simplemente, sin poder creer lo que realmente ha sucedido. Pueden sentirse así incluso si la muerte era esperable. Esta sensación de embotamiento afectivo (ausencia de reacción afectiva) suele ser útil para poder realizar todas las tareas prácticas importantes que tienen que hacerse, tales como ponerse en contacto con los familiares y la organización del funeral. Sin embargo, este sentimiento de irrealidad puede llegar a ser un problema si se prolonga demasiado. A veces, puede generar mucho sufrimiento el ver el cuerpo o asistir al funeral. En el momento, uno puede pensar en no hacerlo. Sin embargo, esto puede conducir a un sentimiento de profundo pesar en el futuro ya que éstas son maneras de decir adiós a nuestros seres queridos. Del mismo modo, para muchas personas los actos funerarios son una ocasión para enfrentarse a la realidad y es una forma de comenzar a sentir la pérdida.

Al cabo de los días, el embotamiento desaparece y puede reemplazarse por una horrible sensación de agitación, de anhelo de la persona fallecida. Hay un sentimiento de querer de alguna manera encontrarlo/a, a pesar de que se trata claramente de algo imposible. Esto hace que sea difícil concentrarse, relajarse y dormir bien. Los sueños pueden ser muy perturbadores. Algunas personas sienten “ver” a sus seres queridos donde quiera que vayan - en la calle, el parque, alrededor de la casa, en cualquier lugar en el que habían pasado tiempo juntos. La gente a menudo se enfada en este período con las/los profesionales sanitarios que no impidieron la muerte, con los amigos y familiares que no les entienden o que no comparten su dolor. En general, es mejor comenzar a regresar a las actividades normales pasados un par de semanas más o menos. En ocasiones la persona puede sentirse aliviada tras la muerte, sobre todo cuando el ser querido ha muerto tras una enfermedad dolorosa, no por ello debe sentirse culpable.

Éstas ideas son planteadas en la guía de autoayuda "Cómo afrontar el duelo" de la conserjería de salud y bienestar social del servicio andaluz de salud. Para aquellas personas que no son capaces de resolver el problema por sí mismas, puede ser aconsejable visitar a un profesional de la salud mental para hablar sobre el problema e intentar iniciar un tratamiento psicofarmacológico que les ayude a aliviar su malestar.



M. Ponce, Médico Psiquiatra


Bibliografía:


- Kaplan & Sadock, Manual de Psiquiatría clínica 6 edición.


-P. Farreras, C. Rozman. (2016). Medicina Interna. Barcelona, España: Elsevier.

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