Estudios recientes indican que tardamos aproximadamente medio segundo en enamorarnos cuando sentimos un flechazo. A pesar de que el proceso es extraordinariamente rápido, la respuesta del cerebro es más compleja de lo que podríamos imaginar, porque se activan hasta 12 áreas cerebrales cuando la reacción se pone en marcha. Esta es la conclusión alcanzada por un estudio norteamiericano publicado en Journal of Sexual Medicine, que fue dirigido por la profesora Stephanie Ortigue, de la Universidad de Syracuse (Nueva York), en el año 2010. La conclusión principal consistió en que el cerebro enamorado es presa de una explosión química cuyo efecto inicial es muy euforizante, similar al que producen las drogas ilícitas.
La cuestión es entonces aclarar, donde reside el deseo sexual. Un estudio realizado por científicos de la Universidad de Concordia en Canadá en el año 2009, ofrece nuevas pistas a éste respecto. Mediante la observación de la activación del cerebro en distintos individuos mientras observaban imágenes eróticas o fotografías de sus seres queridos, se observó que tanto el amor como el deseo sexual activan áreas del núcleo estriado y de la ínsula. Ello significa que las regiones que se activan por el deseo sexual son las mismas que aquellas que lo hacen cuando sentimos placer inmediato. Sin embargo, cuando el deseo sexual lleva implícito de forma asociada el sentimiento del amor, un núcleo cerebral al que denominamos cuerpo estriado, adquiere un mayor protagonismo. Puesto que el cuerpo estriado también es la parte del cerebro implicada en la drogadicción, el hallazgo sugiere que el cerebro de una persona enamorada es un cerebro que funciona como el de una persona adicta. FRAGMENTOS DEL LIBRO "EL LABERINTO DE LOS ESPEJOS".