En una primera etapa, lo más común es que aparezca cierta tendencia al olvido, pérdida de la noción del tiempo y desubicación espacial, incluso en lugares conocidos.
A medida que avanza la enfermedad, empiezan a olvidar acontecimientos recientes, los nombres de las personas y se encuentran desubicadas en su propio hogar.
En etapas tardías, la dependencia y la inactividad son la norma. Las alteraciones de la memoria son graves y los síntomas y signos físicos se hacen más evidentes. Destaca una creciente desubicación en tiempo y espacio, dificultades para reconocer a familiares y amigos, una necesidad cada vez mayor de ayuda para el cuidado personal, dificultades para caminar y alteraciones del comportamiento que pueden desembocar en agresiones.